Cómo leer el libro: “Una historia de las mujeres desde la Provençana Medieval y Sant Pere de les Puel·les de Barcelona”

Os podría explicar cómo escribí el libro, pero no me sería fácil explicaros cómo leerlo sin las orientaciones que dio Mercè Otero Vidal en la presentación que hicimos este septiembre en la Editorial Claret.

– “No és un llibre fàcil”, no por la redacción, sino por el exceso de información que hace de él un libro de consulta. Mercé propone leerlo por partes, poco a poco, aunque también hay “un cert suspens que anima a seguir”.

– “La història de l’església és fonamental per a entendre la història medieval”. El libro refleja algunos de los movimientos que se dieron en la primitiva iglesia como el priscilianismo, el adopcionismo y otros que fueron considerados heréticos, a veces por responder a estrategias divergentes y a menudo porque contaban con la presencia activa y reconocida de las mujeres.

– “S’ha de llegir la Introducció”, ya que en ella se dan las pistas sobre una historia de las mujeres que se inscribe entre otras que, mientras dan a conocer nombres y hechos relacionados con las mujeres, van definiendo un método propio. En este caso se han aplicado criterios basados en Simone Weil (París, 1909, Ashford, 1943), sobre quien publiqué un libro en 2019.[1]

– “Les llistes finals del llibre són molt útils per a situar la cronologia de les dones”. Las etapas históricas que la historiografía delimitó no sirven para historiar a las mujeres. El “humanismo” del siglo XIV, por ejemplo, es sólo para hombres, justo en esa época se recluye a las mujeres usurpando sus funciones. Los disidentes perseguidos por la Iglesia Romana encontrarán nuevos caminos a través de las corrientes luteranas y protestantes, la mujer, en cambio, quedará relegada en toda institución.

– “El llibre s’emmarca en un context geogràfic concret, el de la zona que s’hi habita, té en compte les troballes de l’arqueologia, els antics camins i les restes que podem trobar passejant”. No hubiera podido hacerlo sin el contacto directo con los lugares mencionados en los documentos investigados.

– “Ho he llegit en català, tot i que estava escrit en castellà, en deixar els noms propis en català”. Curioso ¿no?, son los efectos de un bilingüismo aplicado cuyos resultados serán diferentes a los que se preveían o se deseaban, porque la lengua tiene una vida propia que hemos de escuchar dejando que resuene, como aquella canción de cuna que en el libro se menciona y que señala la importancia de la oralidad y del lenguaje que las madres y mujeres en todas las culturas hemos transmitido y con la que siempre nos hemos relacionado.

– “Som part d’una Genealogia de dones”, esta frase me resonó, ese ha sido uno de los objetivos principales: el mostrar que las cartas de viaje de Egeria (s. IV), el manual teológico-educativo de la condesa Duoda (s. IX), que tradujo M. Otero o el libro rescatado de la hoguera y del anonimato de Margarite Porete (S. XIII), entre otros, trazan un hilo conductor que ayuda a ordenar ese entramado complejo y dinámico que vamos conformando y que obligará, sin ninguna duda a reformular la historia. Porque la historia de las mujeres nunca se dejará encajar en una clasificación rígida, es una corriente que sigue fluyendo y en la que, cuando nos sumergimos, no dejamos de avistar nuevos abismos, es una historia viva.

– “La violència difusa quan les institucions no estan molt consolidades permet l’actuació de les dones”. Cuando el poder se centraliza y reafirma, las mujeres, los disidentes y los pobres perecen bajo el terror más opresivo. Otro de los objetivos del libro ha sido mostrar cómo la violencia mortal del patriarcado es, ante todo, institucional, algo que esperamos haber demostrado.

Maria Àngels Garcia-Carpintero, 30/09/2024

El meu agraïment especial per a la Mercè Otero i en Josep Maria Jubany que van presentar amb mi aquest nou llibre.


[1] Simone Weil educadora. Tras los ecos de su voz. Ed. Claret, 2019

Sant Pau del Camp y el primer “Hospital” de Provenzana

St. Pau del Camp des del claustre. AGC, 2019.

Se atribuye la primera fundación de St. Pau del Camp de Barcelona a Guifré Borrell (874-911), hijo primogénito de Guifré el Pilós, ya que Geroni Pujades encontró, en 1596, una lápida con una inscripción que decía que allí estaba enterrado. El descubrimiento sucedió durante unas obras para canalizar las aguas de las diversas rieras que desembocaban en el portal de St. Pau o “dels molers”, ya que era el lugar de entrada para los canteros de Montjuïc.[1]

Làpida de Guifré Borrell (-911) AGC, 2019.

En base a otra inscripción funeraria se supone una segunda fundación. En la lápida de la tumba donde reposan los restos de Guillem de Bell·lloc (-1307), se dice que allí fueron trasladados los de Geribert Guitard y Rotlendis, fundadores en 1117 “cuando lo entregaron a la Iglesia romana”. Esta expresión sugiere que aún no estaba bajo el control del obispo. Geribert y Rotlendis son considerados los iniciadores del linaje de los Bell-lloc, ya que entregaron en esa fecha los diezmos del Castell de Bell-lloc y de su iglesia de St. Pere.[2

Castell de Bell-lloc en La Roca del Vallés. Postal antigua.

No hay documentación anterior a esta fecha referida a St. Pau, pero hemos encontrado que Geribert y Rotlendis habitaron en Quinçà, una zona de Provenzana cercana al núcleo poblacional de la Torre Blanca. En 1075 dieron a la Canónica un amplio alodio entre Banyols y Cornellá con casa, sagrario (lugar donde se guardaba el grano y se enterraba a los muertos), establos y árboles que tenían como compensación que les hizo Guillem Bernat (probablemente de los Claramunt) por litigios que tuvieron. El alodio limitaba con la vía que iba desde la Gavarra (Cornellá) a Banyols, la vía que iba al Llobregat, el alodio de St. Julià de Montjuïc y el de los hijos de Guifard (de Cornellá), a cambio de quedarse aquí mientras vivieran.[3]

St. Pau va quedar sota la protecció dels comtes de Bell-lloc. AGC, 2019.

En 1127 St. Pau del Camp quedará sometido a St. Cugat. En 1120 el obispo y los prohombres de la ciudad acusaron a la comunidad de llevar una vida disoluta, pero hemos de poner en cuestionamiento esos juicios de valor que no se sustentan en ninguna documentación.

Un proceso similar ocurrió con Sta. Eulalia del Camp que pasó a ser “de la Iglesia” en 1155 cuando el obispo le confirió los terrenos que la rodeaban quedando bajo canónicos de S. Agustín y con el mandato expreso de que “no pueden enterrar a nadie sin licencia del obispo”,[4] lo que indica claramente un interés más económico que moral. Sta. Eulalia del Camp quedará adscrita al priorato de Sta. Anna, con la orden del Santo Sepulcro. Alturo Perucho[5] nos dice que una mano eliminó toda la documentación anterior a esta fecha. Se desconoce el emplazamiento exacto de este monasterio que estaría entre St. Pere de les Puel·les y Sta. María del Mar.

Claustro de Sta. Anna en el centro de Barcelona. Foto: Ramon Solé

Aunque no sepamos apenas nada de la vida en el monasterio entre la primera y la segunda fundación, tenemos algunas menciones en documentos de compra-venta o testamentos, muchas de las cuales son relativas a Provenzana y Montjuïc. Este es un ejemplo: en 1022 Bernat Oliva y Emó (nombre femenino) daban a la Canónica el sitio de “St. Pau apóstol” que limitaba al norte con la “vía que va a St. Julià”, al este con Benveniste, hebreo, al sur con el estanque de Port y al oeste con Guitard Arnald.[6]

En 1155, Aimeric de Perusia, da a St. Pau la iglesia de St. Fruitós de Montjuïc, que limitaba a oriente con la vía que ascendía a St. Julià. Este caballero se hará posteriormente monje de Valldaura de Cerdanyola, uno de los primeros monasterios en instaurar la reforma del Císter, aunque tuvo una corta duración.

La extracción de piedra en Montjuïc se realizó desde el Imperio Romano. AGC, 2020

En Banyols (La Marina deltaica) el monasterio de Valldaura tenía propiedades gracias a diversas donaciones: el mismo Aimeric de Perusia compró un mas a Les Lanes en 1157 que da en 1162 para hacerse monje, Pere de Claramunt dejó bienes que tenía en Sta. Eulalia de Provenzana y Sta. María de Esplugues para la fundación de la Pia Almoïna y se hace monje de Valldaura en 1162 donando una tierra en el Port, un prisionero que murió en Algeria dio un alodio en Banyols por el que pleiteó la familia (a la que dieron una compensación), Pere de Agell da un prado en Banyols en 1182 en cuyos límites encontraremos juntos los topónimos de St. Pau y el “Hospital”, primera mención a un Hospital en Provenzana

En 1179, en una venta a Pere Bru, en Espodolla (actual parroquia de St. Isidro) encontraremos, cerca del Port y de propiedades de St. Cugat, un alodio que hace mención al Coll de Frares.[7] La riera dels Frares, cerca del cementerio de la ciudad, es un topónimo que perdura en el barrio de St. Josep, entre el de Sta. Eulalia y el del Centro. Pere Bru comprará de nuevo en 1184 en Espodolla un alodio por ciento diecinueve sueldos que limitaba al norte con la vía de Lanera (actual Carretera del Medio) y a poniente con un alodio del “Hospital” y esta será la segunda mención de este topónimo en Provenzana.

Puente bajo las líneas ferroviarias en St. Josep, uno de los accesos al cementerio de la ciudad. AGC, 2021

Pere Bru parece ser un propietario local que quiso engrandecer su patrimonio. Desgraciadamente, en 1194, Ermesenda, viuda de Pere Bru, con sus hijas Guilleuma, Saurina, María y Juana se ven obligadas a vender a Ramón Sallent,a causa del hambre y la necesidad”, parte de lo que Pere había comprado.[8]

En 1188 en un establecimiento que hace el obispo en el alodio episcopal de Montjuïc a Pere de Marca y su esposa Nine, se cita en el límite norte a Pere de St. Pau y a Arnau, arriero (traginer).[9]

Caminos de Montjuïc por los que han atravesado gentes con duros oficios. AGC, 2020.

En 1210 St. Pau y Sta. Eulalia del Camp conDolça y Bernat de Banyols, madre e hijo, establecen a Joan Roig en Banyols para edificar un mas y cuidar de un campo con la condición de que los suyos serán hombres sólidos al servicio y fidelidad de los establecientes.

El siglo XIII será el de la construcción del precioso claustro de St. Pau, donde encontramos una combinación de elementos de origen bizantino y árabe.

Claustro románico de St. Pau. AGC, 2019,

St. Pau quedará adscrito al monasterio de Montserrat, en una historia de conflictos que se escapa a nuestro estudio y en 1617 pasará al monasterio de St. Pere de la Portella (Berguedà). En 1835 fue declarado parroquia urbana utilizando algunas de sus edificaciones como caserna militar.

En Provenzana encontramos el topónimo de la «riera dels Frares», hoy día el nombre de una calle que bajaba del cementerio e iba por la “carretera del Hospici” (actual calle de Miquel Romeu) a «la farola» (el far del Llobregat, en la Zona Franca) o, atravesando la Marina, a la torre del “cap del riu” (precedente del faro del llobregat) que controlaban los militares y al “Gual dels Tarongers”, un vado donde se podía cruzar el río en Viladecans, es decir una zona agrícola con unas vías comerciales propicias.

Barcelona, siglo XVIII con Montjuïc y la huerta de Provenzana. Las guerras nos dejaron estos planos antiguos.

Sabemos que Sta. Eulalia del Camp tenía un hospital y que el prior de St. Pau intervenía en la gestión del hospital de Olesa de Bonesvalls, pero, de momento, el origen del topónimo «hospital», que dará lugar al nombre de L’Hospitalet, suscita más preguntas que certezas, tanto para la desconocida historia de St. Pau y Sta. Eulalia del Camp como para nuestra propia historia local.

Olivera en el barrio de St. Josep de l’Hospitalet, restos de un pasado agrario en un lugar contaminado por tanto cemento armado. AGC, 2021

Maria Àngels García-Carpintero Sánchez-Miguel, 28-09-2022

A quienes defienden nuestro maltratado patrimonio en L’Hospital


[1] Dalmases i Pons, David (1992). “Bibliografia sobre St. Pau del Camp de Barcelona. Aproximació a la seva fundació”

[2] Mutgé i Vives, J. (1993) “Notícies històriques sobre el monestir de St. Pau del Camp de Barcelona (1117-1212)”. Institució Milà i Fontanals, CSIC.

[3] Baucells J., Fàbrega, A., et al. (2006). Diplomataris de l’Arxiu Capitular de Barcelona (ACB) segle XI. Fundació Noguera, n. 1281

[4] Mas, Josep (1909-1914). Notes històriques del bisbat de Barcelona. Rúbrica dels Libri Antiquitatum de la seu de Barcelona, n. 1730

[5] Alturo i Perucho, Jesús (1985). L’arxiu antic de Santa Anna de Barcelona del 942 al 1200. Fundació Noguera. Textos i documents, vol. 8.

[6] Baucells, Fàbrega, et al., o.c, ACB, n. 342

[7] Mas, Josep,o.c. LA, vol. XI, n. 2059

[8] Mas, Josep,o.c. LA, vol. XII, n. 2158 (1184) y 2249 (1194)

[9] Mas, Josep,o.c. LA, vol. XII, n. 2191