La “torre del cap del riu” precedente del “faro del Llobregat” está vinculada, desde sus remotos inicios al Delta, a la unión del río y el mar, con las riquezas que genera y los problemas que comportaron. Las marismas del Prat, aunque dificultaban la vida a las gentes que vivían, generaban bienes preciados para reyes y magnates, como el comercio, el pastoreo, la caza o la pesca.
Hemos ido viendo en artículos anteriores:
- La formación del Delta y el primer faro citado en el siglo X, relacionado con el antiguo “Castell de Port” de Montjuïc.[1]
- La torre “Esllampegada” del siglo XII, que en el XIV se denominará Llampada y su relación con el Castell de Bellvís en la Torrassa.[2]
- Las inundaciones del Llobregat y sus pasos (puentes y barcas) hasta el siglo XIV en el que los habitantes de las poblaciones empiezan a agruparse para hacer frente a sus problemas.[3]
Ahora recorreremos los últimos siglos previos al faro del Llobregat observando las dificultades de la vida en la zona que ya es El Prat de Llobregat.
En 1432 unas ordinaciones de Alfonso el Magnánimo regulan la pesca en el Llobregat. Cada día de la semana podían pescar, bajo el puente de St. Boi, las personas o núcleos acordados: El lunes el rey o su representante, el martes Provençana y El Prat, el miércoles Sant Boi, el jueves Viader y los suyos (el que tenía la concesión desde 1408 de la torre “Llampada”),[4] el viernes Cornellà, el sábado St. Joan Despí y St. Feliu y el domingo Molins de Rei.[5]
La riada de 1402 destruyó los molinos de Molins de Rei, ocupando todo el llano del Llobregat y la de 1509 destruye el puente de St. Boi dejando la zona incomunicada, ya que la barca, aunque se ayudaba de una cuerda entre ambas riberas, era insegura y no siempre se podía utilizar. Las inundaciones se suceden durante el siglo XV: 1410, 1447, 1459, 1463, 1475 y 1496. La Marina está frecuentemente encharcada. Entre 1448 y 1459 se consigna la aparición de balénidos muertos, el de 1458 constituyó todo un espectáculo con la presencia de tres o cuatro mil personas.[6]
Como réplica al libre aprovechamiento de los pastos para los ciudadanos de Barcelona, muchas propiedades se vallan, como la “Dehesa de Bellvís” (mencionada en 1424) en manos de una familia barcelonesa rica, los Antich. La propiedad, de ciento cincuenta mojadas de terreno, la mitad de las cuales eran para el cultivo, estaban todas en la zona del final del río. El terreno, rico en vegetación y caza, se hace cerrar quedando legitimado su dueño a imponer sanciones y a retener los utensilios de caza, pesca o tala de quien entrara sin permiso. En 1512 la propiedad estaba muy repartida entre gentes de Esplugas, Sant Just y Sarrià, además de los Femades del Torrent Gornal y de Cornellá.[7]
La regulación de la pesca de la saboga generará conflictos violentos entre el Sr. de St. Boi y los municipios de Cornellá, L’Hospitalet y El Prat a los que se acabará reconociendo sus derechos en 1670. El cultivo principal durante siglos fue el de secano: cereales en esta parte baja, junto a algunos árboles frutales y el aprovechamiento de juncos, cañas y salinas.
A los peligros naturales se añaden, los que provocan las razias de naves enemigas. En 1456 galeras genovesas realizan una incursión en el delta robando ganado ovino. Un siglo después, en 1556, el día de St. Pere y St. Pau, cuando el Prat (la Illa de Banyols) celebra su reciente independencia (1540-1547) con su parroquia, atraca una galera saqueando las casas cercanas y llevándose trece personas, la mayoría muy jóvenes, aunque algunas serán rescatadas.
En 1564 se ordena reedificar la torre del cap del riu, instalando en ella una guarnición que había de proteger la ciudad (Barcelona). La torre, de piedra, comunicaría visualmente con otras que se alzaban en Castelldefels, con el mismo fin de defender las costas de los ataques de corsarios y piratas que encontraban en el delta un buen lugar para atracar, con lugares donde esconderse y proveerse de agua dulce y comida.
Innumerables fueron las inundaciones y desbordamientos del río, en 1589 el obispo concederá licencia para derruir la iglesia parroquial del Prat gravemente deteriorada a causa de las riadas, mientras que la de 1617, “el año del diluvio”, será recordada especialmente puesto que se llevó las barcas de St. Vicenç dels Horts, St. Boi y El Prat, esta última con el barquero. Después de los desastres toca rehacer el terraplén, lo que supuso, en esa ocasión como en muchas otras, unos esfuerzos conjuntos dignos de recordar, no sólo físicos, también económicos y de organización política al servicio del bien común. En 1620 el terraplén ya estaba arreglado y la tierra más fértil. “Aquell any les festes del Corpus i de St. Roc, a càrrec de la confraria dels francesos, van tornar a tenir ballades amb la cobla de músics de Barcelona.”[8] Las fiestas serían inolvidables para aquellas gentes que vivían entre tantas penurias. En 1676 y 1678 se producennuevos desbordamientos del río “amb la collita, ja en sacs, treta de les cases i nedant cap a mar”.[9] También las sucesivas guerras causarán destrozos y apropiaciones de la torre.[10]
El ilustrado siglo XVIII será el de la búsqueda de una mejora en la salubridad, especialmente necesaria en estos terrenos aún pantanosos. Se ordena la construcción de barracas (1721), se exponen los problemas de salud pública vinculados al cultivo del cáñamo en el estanque del Port (1722) se proponen medidas en la constante lucha contra los desbordamientos del río (1726) o se menciona una comuna en el Ayuntamiento, donde estaba la primera escuela municipal (de niños, ya que las niñas se dedicaban a hacer bolillos o “puntes de coixí”, primera industria manufacturera de nuestra ciudad).
En este siglo encontramos mención al “hostalet de cap del riu” (1735), una barraca para vender pan, vino, aguardiente, aceite, pesca salada, nieve (hielo que se mantenía en pozos adecuados para ello) y demás comestibles necesarios para el sustento de la tropa, de pescadores o de cazadores que por allí pasen. En el cuestionario de Francisco Zamora de 1780 se explica que l’Hospitalet tiene una torre antigua con dos cañones de artillería y un destacamento de defensa.
El cultivo del cáñamo, bien valorado económicamente, había creado problemas de insalubridad en el estanque de Port y se traslada a los del Delta, aunque pronto se emitirán quejas al respecto.[11] Entre finales del siglo XVIII y los inicios del XIX se dará una tímida pero progresiva reducción de los embalsamientos de agua, con la apertura de pozos y de canalizaciones, la mejora del regadío y la horticultura y los inicios industriales con la instalación de molinos harineros o textiles. Todo ello tendrá su auge a mediados del XIX, con el canal de la Infanta.
[1] La “torre del riu2 preludio del faro del Llobregat: 1. El Delta del Llobregat y los cauces del río: historiasdebellvitge.wordpress.com/2023/06/13/la-torre-del-riu-preludio-del-faro-del-llobregat/
[2] La torre “Esllampegada”, los milites y el final de la acción de las mujeres (siglo XII) https://historiasdebellvitge.wordpress.com/2023/06/14/la-torre-esllampegada-los-milites-y-la-expulsion-de-la-accion-de-las-mujeres-siglo-xii/
[3] El Llobregat, puentes y barcas en la zona baja del río: https://historiasdebellvitge.wordpress.com/2023/06/28/el-llobregat-puentes-y-barcas-en-la-zona-baja-del-rio/
[4] Codina, Jaume (1987). Els Pagesos de Provençana (984-1807). Societat i economia a l’Hospitalet pre-industrial. Publicacions de la Abadia de Montserrat, vol. I, p..263
[5] Codina, J. (1987), o.c., vol. I, p 285
[6] Codina, J. (1987), o.c., vol. I, p. 336-337
[7] Codina, J., o.c., vol. I, p. 251-252 (1408-1411), 264 (1414), 280 (1424) i 506 (1512)
[8] Codina, J. (1987), o.c., vol. II, p. 233
[9] Codina, J. (1994). Inundacions al Delta del Llobregat. R. Dalmau, ed., p. 26
[10] Domínguez, Manuel: Local Mundial, “El far del Llobregat” http://localmundial.blogspot.com/2017/01/el-far-del-llobregat.html
[11] Codina, J. (1987), o.c., vol. II, p. 602-607 y vol. III, p. 32-33 y 216-219