TERESA Y LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA

Teresa «la andariega». Puerta del monasterio de la Encarnación de Ávila.

Cuando hablamos de Teresa de Cepeda y Ahumada nos referimos a “la Santa”. Sí, fue elevada a los altares, pero antes sufrió el acoso de la “Santa» Inquisición. Así que dejaremos los calificativos y nos remitiremos a los hechos.

Teresa reformó el Carmelo para hacerlo un hogar pobre y sencillo donde pueda reinar la fraternidad entre las hermanas, para quienes ella escribe versos, coplillas o pequeñas obras de teatro, con el lenguaje ameno y llano que la caracteriza, para deleite y aprendizaje de las hermanas a quienes siempre les recuerda la importancia de cuidar la salud del cuerpo, de la mente y del espíritu. Se trata de no obsesionarse queriendo alcanzar metas a las que quizás no estamos destinadas y de seguir el amor que define San Pablo, aquel que es paciente, que no se irrita, no lleva cuentas del mal, no es envidioso ni engreído… esa es la atmósfera que ha de reinar en sus “conventillos”.

Murallas de Ávila y, al fondo, campanario del monasterio de la Encarnación.

Cuando divisamos el monasterio del Carmelo, donde Teresa pasó sus primeros años y llegamos después a la primera casa reformada de las descalzas: el convento de San José, austero y digno, una casa más entre las demás, entendemos de golpe lo que Teresa pretendió.

Portada del «conventillo» de Sant José, primera casa reformada, una más entre las de su entorno.

Teresa escribe su Libro de la Vida[1], por orden de sus confesores, antes de iniciar su reforma, tal como se lo pidieron por ver si la encontraban en falta. Teresa, inteligente, no habla de los dogmas de la Iglesia, muestra su vida desde una reflexión sincera, así como sus deseos de seguir los criterios más fundamentales del evangelio. No encontraron faltas, pero lo retuvieron. Aunque Teresa había hecho copias de su libro y las había repartido entre sus allegados, con lo que consiguió que personas influyentes en la corte la protegieran.

Interior del monasterio de la Encarnación. Ávila

En uno de sus viajes es acusada injustamente ante el tribunal inquisitorial de Córdoba, que no se atreve a condenarla debido a su gran prestigio y a que no encontraron un motivo claro de condena, pero deciden vigilarla de cerca para ver si caía en contradicción, extendiendo las sospechas a quienes la apoyaban.

El tribunal de Valladolid le cuelga el “sambenito” de “alumbrada”. Aunque tampoco la juzga en persona, ella sufrirá la amarga experiencia de que su obra sea mirada con recelo. Su Libro de la Vida será retenido durante toda su vida.

El tribunal de Sevilla, ante una falsa acusación, interroga a las hermanas descalzas y Teresa es retenida. Allí escribe el libro de las Moradas, retazos del Libro de la Vida que explican un camino de conocimiento de sí y de anhelo de más amor, movimientos que llevan a compartir alegría y preocupaciones, a la generosidad entre las hermanas y sus allegados. Un camino que es para todas y todos si nos abstraemos de los términos religiosos y antiguos que quizás no sabemos interpretar. Este tribunal califica la obra reformadora de la Santa como “doctrina nueva, supersticiosa y de embustes, semejante a la de los alumbrados”[2].

Patio del monasterio de la Encarnación

Después de largos meses Teresa puede partir para Castilla. Tiene ya sesenta años. A su sobrina le escribe “Las injusticias que se guardan en esta tierra es extraña, la poca verdad, las dobleces…”. El alto tribunal al que apeló la declaró inocente, quizás influenciado por la Corte. Teresa, además del dolor causado por el silencio de un confensor a quien ella consideró amigo, llega a enterarse de quienes la habían delatado y de las falsedades que sobre ella vertieron, lo que le hace sentir una pena profunda, aunque recuerda a sus hermanas la necesidad de desechar todo rencor y enemistad de su corazón.

Las mejores moradas interiores son aquellas donde reside el amor. El Señor lleva a las almas a estas moradas por muchos caminos, dice la Santa, este monumento y el siguiente forman un conjunto con esta frase.

Su Libro de la Vida saldrá a la luz después de que ella muriera como “Hija de la Iglesia”, podemos pensar que todo acabó bien para ella, pero hay que recordar que no sufrieron la misma suerte algunas de sus hermanas, perseguidas posteriormente por el tribunal y acosadas por los calzados que se oponían a la reforma o que San Juan de la Cruz, amigo incondicional de la Santa y de su reforma, escribe su Cántico Espiritual con su “Noche obscura del alma” encerrado en la prisión de los calzados, donde sufrió castigos y vejaciones.

Teresa, recordada por un misticismo evasivo que no tiene nada que ver con el amor que siente y enseña la Santa y que siempre mueve hacia los hermanos.

Maria Àngels García-Carpintero Sánchez-Miguel

L’Hospitalet, 15 de octubre de 2020.

Revisat i millorat el 14-10-2021

A l@s que han sido injustamente perseguid@s con envidias y falsedades (2020).

A quienes, a pesar de sentir celos y envidias, vuelven la mirada al amor (2021).


[1] Teresa de Jesús.  (1957). Obras completas de Santa Teresa de Jesús.  Madrid: Aguilar.

[2] González Álvarez, Agustina, stj. “Teresa de Jesús y la Inquisición” (2015) https://www.engranajesculturales.com/wp-content/uploads/2015/07/64adbe342d35ae11d695673fa84365d2.pdf