Florencia, orígenes maternales de Oriente.

Escultura que representa a la madre que perdió a casi todos sus hijos e hijas, Niobe, con su hija pequeña. Galeria Uffizi, AGC, 2025

Bajo Santa Maria de Fiore, el Duomo o Catedral de Florencia, se hallan las ruinas de la anterior iglesia paleocristiana (siglos III-XIII) dedicada a Santa Reparada, una mártir de del siglo III que muere con quince años, como Santa Eulalia. Aunque las figuras martiriales son más símbolo y leyenda que historia, sus advocaciones delatan la antigüedad del culto y su procedencia, en este caso, Cesárea de Palestina.

Cripta de Santa Reparada bajo Santa Maria de fiori. Viquipèdia.

Hay pocas advocaciones femeninas en las iglesias. Dejando de lado a Maria, la mayoría son figuras martiriales con las que se fue apartando a las gentes de las primeras civilizaciones de los extendidos cultos a Deméter la diosa madre que, junto a su hija, Perséfone o Kore, son protectoras de la fecundidad y la fertilidad de la tierra. Una historia relegada por la Iglesia a través del culto a María, con el que se perdió la poderosa relación madre-hija. Deméter, como Ceres, Atenea, Venus o Afrodita nos recuerdan que hubo un tiempo en que ellas fueron veneradas.

Imagen funeraria que parece representar una madre sin hijos, porque no los tuvo o porque los perdió. Ufizzi, 2025

Santa Felicita, esclava deSanta Perpetua de Cartago, con quien, según la tradición, compartió martirio, junto a otros cristianos de su círculo, tendrá, desde los orígenes del primer cristianismo que llegó a través de Siria i Cartago envuelto en el pensamiento griego, otra antigua iglesia en el barrio de Oltrarno, al otro lado del río Arno, edificada sobre un antiguo oratorio romano. Una matrona, que ofrecía su casa a las primeras reuniones y su esclava, ambas madres jóvenes, quedaron unidas más allá de las diferencias sociales, lo que representa al cristianismo de los primeros tiempos que aún contaba con la presencia y reconocimiento femenino.

Plaza de Santa Felicita en Oltrarno, cerca del ponte Veccio. AGC, 2025

Santa Reparada fue la única patrona de Florencia hasta el siglo XIV, cuando se le añadió la madre de María, Santa Ana, advocación de una iglesia que se alzó en su honor, cerca del Palacio Vecchio y que más tarde se dedicó a San Miguel y posteriormente a San Carlo de Lombardía o (Borromeo). En torno a Santa Ana se celebra el triunfo de la República Florentina contra la tiranía del duque de Atenas, instaurando un nuevo dominio, el de los “gordos” o potentes locales.[1] En todo caso, el pueblo de Florencia, donde había arraigado la importancia de la maternidad, abre, con la fiesta de Santa Ana, un nuevo camino para una ciudad, el camino del Arte que alumbrará al mundo.

La iglesia de Sant Carlo fue la que se levantó para conmemorar una liberación bajo la advocación de Santa Ana, AGC, 2025

En Orsanmichele, donde se construyó el mercado del grano y los graneros en el siglo XIV, sobre una antigua iglesia dedicada a San Miguel, podemos admirar el grupo escultórico del siglo XVI de Francesco de Sangallo que representa a Santa Ana que sostiene el niño, mientras María lee.

Grup escultóric de Santa Ana, con María, leyendo y el niño, AGC, 2025

El Palacio Vecchio también fue alzado ese siglo efervescente del XIV para acoger las nuevas instituciones políticas de la ciudad. Anteriormente las elecciones de los priores se hacían en el mismo lugar, pero en una iglesia de los siglos IX y XI de la que quedan algunos restos bajo los Ufizzi (ofocinas), San Pietro Scheraggio (cuyo significado proviene de un canal de aguas residuales de depuración), donde se veneraba la virgen “Ninna” (niña) a partir de un relato apócrifo, el de la “presentación de María en el Templo” por sus padres, Joaquín y Ana que, a pesar de no ser reconocido por la Iglesia, ha dado lugar a muchas representaciones artísticas y a diversas fundaciones de órdenes femeninas dedicadas a la enseñanza y educación de las niñas.

De hecho, Santa Ana se suele representar enseñando a María a leer, un potente mensaje que calaría entre aquellas férreas ataduras que nos pusieron a las mujeres prohibiéndonos ir a la Universidad o ser parte activa en los gremios. Los “libros de horas” o el mismo salterio, fueron las primeras cartillas de lectura de muchas niñas, jóvenes y mujeres. La imagen familiar de Maria, niña, aprendiendo con su madre Santa Ana o conducida por sus padres fue siempre más popular que el dogma de la virginidad promulgado en Éfeso el siglo V. El interés de las mujeres por la lectura y la escritura también ha sido mucho mayor, a pesar de que se haya querido ocultar.

Como una auténtica «Trinidad», Santa Ana, María y el niño, S. XV, obra de dos artistas: Masaccio i Masolino. Viquipèdia.

Vemos pues que la preferencia por Santa Ana, la abuela-madre venía de antiguo, quizás desde aquellos cultos orientales primitivos a Deméter ya que a Florencia llegó fácilmente el cristianismo que nació en Oriente, lo vemos en el arte que se refleja en los iconos y en la mejor consideración hacia la mujer.

Icono en San Donato in Scopeto, Oltrarno, AGC, 2025

Es algo que nos transmite otra antigua iglesia de Oltrarno, San Donato in Scopeto, un antiguo monasterio del siglo XIII cuyo exterior nos recuerda a esos mundos del otro lado del Mediterráneo. Por cierto, San Donato, un obispo del siglo IV, era de Epiro (los Balcanes), igual que la madre de Alejandro.

San Donato in Scopeto, en Oltrarno, con aires bizantinos, AGC, 2025

Una figura más legendaria que real, pero que también nos hace de puente con Oriente, es la de Santa Catalina de Alejandría (siglo IV). En la plaza a ella dedicada en Florencia existió un monasterio bajo su advocación, cerca de la actual iglesia del Sagrado Corazón, fundada por las hermanas agustinas en 1306. Los orígenes de las agustinas, como los de otras ramas femeninas admitidas con reticencias por la Iglesia, como el Cister o las terceras órdenes mendicantes, hay que buscarlos en los grupos independientes de mujeres que ponían en práctica su espiritualidad con acuerdos pactados libremente, predicando, enseñando y viviendo de su trabajo, lo que se corresponde con la existencia de un hospital de huérfanos y un centro de enseñanza a niñas pobres.[2] Una pequeña capilla, de agustinas se construyó en Oltrarno en 1442 bajo otra advocación materna: Santa Mónica, madre de San Agustín, un espacio ahora dedicado a ofrecer conciertes.

Santa Mónica en Oltrarno, AGC, 2025

Una de las órdenes femeninas más duraderas, es la de las benedictinas. En Florencia estuvieron en la abadía florentina, fundada el 978,que contó también con un hospital y que actualmente acoge a la fraternidad de Jerusalén; en la desaparecida iglesia de San Pedro Mayor del siglo XI,de la que sólo quedan unas arcadas, en el de Santa Úrsula (virgen de Colonia, Alemania), dedicado a la transcripción de manuscritos en el primer Duomo del siglo IV sobre el que en el siglo XV se alzó la actual basílica de San Lorenzo, y en el monasterio de Santa Apolonia (también mártir de Alejandría) del siglo XIV, actualmente museo. ¿Estuvieron? Están, las encontramos en Oltrarno, cerca de donde dormimos unos días, hablamos con ellas, algunas de lejanos países, compartimos nuestro interés por escribir sobre las mujeres medievales y, entre ellas, San Pere de les Puel·les de Barcelona, con más de mil años de historia. Conocían San Pere, nos encontramos en ese reconocimiento mutuo y nos alegramos.

San Pedro Mayor, de las benedictinas, postal antigua

Para acabar este nuevo recorrido por Florencia sin cansarnos demasiado, acabaremos mencionando a unas comunidades mixtas que nacieron laicas, como las Deodonadas o las beguinas, las de los Umiliatti (Humillados) que fundaron la iglesia de Ognissanti (todos los santos) en 1251, pero en 1561, tras las dificultades que conllevaba la vida alternativa que procuraban con una convivencia entre familias y hombres y mujeres laicos o consagrados a los que les unía el vivir de su trabajo llevando una vida evangélica, algunos pasarían a la tercera orden de San Francisco.

El amor de un padre, un abuelo, un familiar, un amigo queda integrado en el amor familiar no excluyente. Palacio Pitti. AGC, 2025

La Iglesia acabó con esas prácticas más evangélicas que contaban con la presencia, la actividad y la autoridad femenina, es un hecho, pero, paseando por Florencia, encontramos un sinfín de menciones a un recuerdo que revela la importancia del amor en nuestras vidas.

La Caridad, Francesco de Rossi, S. XVI. Uffizzi, AGC, 2025

Las diosas-madres de las civilizaciones antiguas, las figuras martiriales femeninas, madres en ciernes, aún adolescentes, algunas, madres jóvenes, otras; la madre de la madre, la mujer que lee y enseña a leer, las que se entregan al cuidado haciéndose madres de muchos polluelos a los que ayudan a crecer y volar, la madre que procura la Paz. A todas las mujeres que han hecho y hacen de la relación un camino de gozo, de ternura y de Paz.

Escultura en un rincón de Florencia, AGC, 2025

Maria Àngels García-Carpintero Sánchez-Miguel, agosto, 2025

En recuerdo de un viaje entrañable con hijos y nieta


[1] https://historiasdebellvitge.com/2025/06/27/florencia-una-sublevacion-proletaria-en-el-siglo-xiv-con-simone-weil-maquiavelo-y-catalina-de-siena/

[2]https://www.loquis.com/es/loquis/573672/Iglesia+de+Nuestra+Se+ora+del+Sagrado+Coraz+n+Florencia

Florencia: una sublevación proletaria en el siglo XIV con Simone Weil, Maquiavelo y Catalina de Siena.

El Arno y la iglesia de S. Frediano «in Cestello»

Cuando visitamos Florencia podemos observar de cerca las Bellas Artes en mayúsculas y nos encontramos con los Médici por todas partes, pero la bella Florencia tiene una historia previa a sus mecenas más prestigiosos.

Palacio Pitti, donde residieron los Médici.

Nicolás Maquiavelo (Florencia, 1469-1527), conocido especialmente por su obra “El Príncipe”, también escribió en sus últimos años de vida una historia de Florencia, desde sus orígenes hasta 1492. No fue el único historiador de la ciudad floreciente, pero sí el más ilustre.

Simone Weil (París, 1909 – Ashford, 1943) recogió una parte de la historia florentina relatada por Maquiavelo y la analizó en un artículo previo que fue publicado en “La Crítica Social” y recogido en una de sus obras.[1] El episodio es el de la revolución de los Ciompi, trabajadores asalariados del textil.

Palacio del Arte de la Lana, junto al Palacio Vecchio

Florentia” es la ciudad del florecimiento para los romanos, “Fiorenze”, en época medieval, un término que describe la belleza de sus paisajes, atravesados por el río Arno, pero también su nivel cultural, político y económico. En el siglo XIII Florencia tenía su propia banca y la primera moneda con un valor estándar: el florín.

Orssanmichelle, donde se guardaba el grano en época medieval

La República de Florencia se establece el siglo XII a la muerte de la “Gran Condesa” Matilde de Canossa o de Toscana (1046-1115) que, partidaria del papado en los conflictos contra el Sacro Imperio romano-germano, había donado parte de sus bienes, en 1079, al papa Gregorio VII (-1085), el de la “reforma gregoriana” que obligó al celibato de los clérigos condenando a sus mujeres a ser consideradas concubinas y a sus hijos, ilegítimos.

Restos de St. Pier de Scheraggio, del siglo XI, donde se reunía la primera comuna.

Una “comuna” regirá la ciudad administrando justicia en la desaparecida iglesia de St. Pier Scheraggio y, desde finales del siglo XIII, en el Palacio de la Señoría, con unos cargos electos que se renovaban cada dos meses, aunque no todos los sectores de la población están representados. En el siglo XIV, de unos noventa mil habitantes de la Florencia del momento, apenas tres mil eran los ciudadanos que podían participar en las elecciones. El gonfaloniero (gobernante y portador del estandarte de la ciudad ante su ejército) y los ocho “priores” o representantes de los gremios o “artes” (seis de las “mayores” y dos de las “menores”) residen en el palacio durante el tiempo que dura su mandato. Otros estamentos de ciudadanos o de militares participarán en la toma de decisiones importantes. La renovación de cargos se hacía por sorteo en la iglesia de la Santa Croce, erigida por la Comuna a finales del siglo XIII sobre una anterior franciscana (actualmente un enorme y bello panteón de numerosas celebridades italianas). Aunque todo parece muy democrático las diferencias de clase y de poder y la corrupción camparan a sus anchas originando numerosos conflictos.

La logia, donde se celebraban las ceremonias públicas.

Los frecuentes enfrentamientos entre güelfos (partidarios del Papa y de la creación de estados independientes italianos) y gibelinos (más afines a la unificación de Italia bajo el Imperio), tanto en las relaciones exteriores como en los conflictos internos, acaban desdibujando las iniciales líneas divisorias al pasar a las rivalidades entre familias vecinas. Dante Alighieri (Florencia, 1265 – Rávena, 1321) sufrió exilio por su adhesión a la causa gibelina que después asumieron los “güelfos blancos” frente a los negros, partidarios del Papa.

Dante, delante de la iglesia de la Santa Croce

Las crisis se harán más confusas y convulsas con la pérdida de autoridad del Emperador entre 1330 y 1340. La alta burguesía había desplazado el peso de la nobleza y de la iglesia en el gobierno de la ciudad. Las artes habían llegado a ser veintiuna (siete mayores y catorce menores), prohibiéndose ampliar este número. Las “mayores”, formadas por juristas y notarios, comerciantes y especieros, peleteros, médicos, banqueros y magnates de la industria y del comercio de la lana, controlaban los precios en forma de “cartel” (Weil).

Palau Veccio, se pueden ver los escudos de las artes.

Los gremios o cofradías de artesanos o “artes menores” gozaban de alguna representación, pero mucho menos poder. El descontento era general, había nuevas artes, como la de los tintoreros y la de otros artesanos aún no reconocidos que reclamaban su participación en el gobierno, mientras que la plebe no contaba si no era para ser sometida a la condición servil, lo que originará en 1378 la revolución de los “Ciompi”, el último eslabón de los trabajadores de la Lana integrados en los oficios más duros de esta arte, a los que se les añadirán otros obreros con similares condiciones de vida.

Nanni di Banco esculpió talleres de trabajo bajo los 4 santos de los gremios artesanos.

Maquiavelo explica esta revolución dando cuenta de los diferentes elementos que intervienen en la sucesión de los hechos, de acuerdo con la crítica filosófica-política que le caracteriza, como los intereses particulares, la manipulación del pueblo, algunos sentimientos humanos como la vergüenza o el miedo que condicionan el obrar o el puro azar que se entromete. Una línea de pensamiento muy cercana a Weil.

Con anterioridad a la revolución social de estos trabajadores de los sectores más pobres hubo una sublevación de los sectores medios y liberales contra la dictadura del duque de Atenas, una tiranía foránea a la que algunos florentinos acudieron para favorecer su expansión y resolver conflictos internos. El tirano, como muchos otros, había hecho demagogia con el pueblo apoyando -con palabras más que con hechos- algunas reivindicaciones de los nuevos sectores, esperando con ello su apoyo contra la burguesía, lo que no consiguió, siendo derrocado finalmente en un motín, en 1343. Se restaura entonces el gobierno propio con sus gremios y la intervención prioritaria de los “gordos” o potentados, una dictadura local que provoca, junto a las crisis económicas, las hambrunas y epidemias, el alzamiento de los más pobres.

St. Carlo Lombardía (actualmente S. Carlos Borromeo) edificada bajo la advocación de Santa Ana en 1349 para conmemorar la caida del duque de Atenas.

No podemos dejar de lado el papel complejo de la Iglesia que, aunque inmersa en sus propias rivalidades y con los papas en Aviñón, no se rinde fácilmente a ser dejada de lado. Catalina de Siena (Siena, 1347- Roma, 1380), una “mantellate” (porque llevaban una toca) o mística laica fervientemente apasionada de la necesaria reforma de la iglesia, siempre que se hiciera desde dentro de su seno, y de la vuelta a Roma del papado, intervendrá social y políticamente en muchos asuntos, promoviendo la reconciliación y la vuelta a la Iglesia. Con Florencia mantiene una relación epistolar desde 1370 y presencial desde 1374, acudiendo en tres ocasiones a la ciudad, donde tenía contactos con la causa güelfa, siendo recibida en la Señoría en 1375, aunque parece que sin resultados efectivos.[2]

Sta. Maria Novella, donde los dominicos sometieron a exament a Catalina de Siena en 1374.

Las medidas proteccionistas del Papa Gregorio XI hacia los güelfos habían provocado hostilidades en una guerra de mercenarios (1375-1378) denominada por los florentinos como de “los ocho santos”. La guerra aumenta las pérdidas y las rivalidades entre familias y ciudades próximas. En 1376 el papa lanza el “entredicho” a Florencia, excomulgando a sus dirigentes y dejando a la ciudad sin la posibilidad de acudir a ceremonias religiosas, lo que aumentó el malestar de la población. La Señoría reaccionó apropiándose de bienes eclesiásticos para venderlos y financiar los gastos de la guerra. Florencia fue una ciudad subversiva contra la intervención de la Iglesia en el poder temporal.

En 1377 Catalina acude por tercera y última vez a Florencia a ruegos del Papa, que debió pensar que sería más fácil la aceptación de la mantellate que la suya. Las autoridades de la ciudad habían decidido obligar al clero a decir misa en público y a absolver a los penitentes, temas importantes para la población, ante lo cual una parte del clero abandonó la ciudad mientras que algunos aceptaron, Catalina, radical en sus principios, fue crítica con estos.

«Agus Dei», un símbolo cristiano en el Palacio de la Lana.

En marzo de 1378 fallece Gregorio XI que había regresado a Roma como quería Catalina, aunque por intereses ajenos a ella y en abril se nombra el nuevo gonfaloniero de Florencia, Silvestro de Médici, miembro de la pequeña burguesía y del partido güelfo en su vertiente moderada, uno de los primeros del clan Médici. Los disturbios entre güelfos y gibelinos se suceden hasta que en julio estalla el motín de los Ciompi. Durante tres días Florencia es asaltada, arrasada e incendiada. Poco después, el nuevo papa, Urbano VI, firmará la paz con Florencia, mientras se produce el Cisma de Occidente (con dos papas). Catalina deja entonces la ciudad sintiéndose utilizada y fracasada una sensación que aumenta con la actitud del nuevo Papa, que no dejó de mirar por sus intereses ni reformó la Iglesia. Catalina morirá en 1380 de inanición en lo que vendría a ser una huelga de hambre, de una manera similar a como moriría Simone Weil.

Lo curioso de la revuelta -o no tanto- es que el líder del alzamiento popular, Michele di Lando, acabará poniéndose al frente de los destacamentos que consiguen derrotarlo (los grandes se esconden o se dedican a proteger lo suyo). Y es que nadie, ni los grandes, ni los artesanos medianos, soportaban “el hedor de la plebe” en el gobierno de la ciudad. Di Lando, nos dice irónicamente Weil, hará lo que habría hecho en su lugar cualquier jefe socialdemócrata, “se vuelve contra sus antiguos compañeros”, concede beneficios a quienes le apoyan, como los réditos de las tiendas del puente Vecchio a Silvestro de Médici, lo que debió contribuir a amasar la gran fortuna familiar, y otros a ciudadanos que apoyaron la plebe, “no tanto para compensarlos por su colaboración como para que lo defendieran siempre contra sus enemigos”, señala Maquiavelo. Los conflictos seguirán durante un tiempo de zozobra, llegando a cortar algunas cabezas, finalmente di Lando acabará en el exilio y “los gordos” recuperarán su anterior poder que gozarán con una mayor estabilidad. Los obreros no volverán a levantarse en una revolución similar hasta cuatro siglos después.

El Ponte Vecchio sobre el río Arno

Simone Weil, próxima, pero crítica, tanto con el marxismo como con los movimientos libertarios que propugnan revoluciones, hace su análisis contundente y demoledor como le es propio, tal como Maquiavelo lo hace a su estilo; con ambos, nada faltos de razón, y aunque podamos aceptar que en algunos sectores se ha ido avanzando en mejoras sociales, debemos encarar las contradicciones que nos rodean y evitar, en lo posible, dejarnos arrastrar por demagogias y manipulaciones.

Catalina, una figura compleja y una mujer ejemplar, fue utilizada por la jerarquía eclesial mientras reducía las posibilidades de vida participativa en la sociedad de tantísimas mujeres, no permitiéndoles entrar en la Universidad ni en los gremios y limitándolas a ejercer sus funciones tradicionales en el hogar o el convento. Catalina, que se encerró en su casa durante un tiempo por decisión propia y salió también por propia iniciativa, participó en la vida social y política de su tiempo de forma original y apasionada, en eso no fracasó.

Su muerte pasó desapercibida, excepto en sus círculos más próximos, aunque un cronista florentino, Marchione di Coppo le dedicó unas pocas palabras reconociendo que no consiguió “convertir al Papa y llevarlo a tomar la iniciativa de las reformas que ella había reclamado y esperado durante toda su vida pública.” (Vauchez, 111-112)

En esta «Alegoría de la iglesia militante y triunfante» de Andrea Bonaiuto de 1369, que se encuentra en la «capilla de los españoles» de la iglesia de la Santa Cruz, parecería que las mujeres están por encima de los hombres marcando su autoridad, pero no, ellos son hombres concretos: un músico, un teólogo, un médico… ellas no son más que sus alegorías: La música, la teología, la medicina…

Maria Àngels García-Carpintero Sánchez-Miguel, 25/06/2025

A mis hijos, Pau e Irene y a mi nieta Judith por su grata compañía en este viaje inolvidable a Florencia.


[1] Weil, Simone “Una sublevación proletaria en la Florencia del siglo XIV” En: Escritos históricos y políticos. Madrid: Trotta, 2007, p. 211-225.

[2] Vauchez, André. Catalina de Siena. Vida y pasiones. Herder, 2017

Sant Antoni i Santa Clara de Barcelona al portal de Sant Daniel ara la Ciutadella.

El monestir de Sant Antoni i Santa Clara o de «Sant Daniel» en 1711, abans de la seva destrucció. Foto: monestirs.cat

Sant Antoni i Santa Clara de Barcelona fou un cenobi femení construït a finals del segle XIII en el que avui és el barri de la Ribera de Barcelona.

Tradicionalment s’ha considerat aquesta com la primera fundació de les clarisses a la Península Ibèrica (1233/1234), per bé que la seva data de fundació ha estat molt discutida, ja que està fonamentada en una llegenda que diu que Agnès de Peranda, suposada neboda de santa Clara d’Assis, i Clara de Janua o de Gènova arribaren a Barcelona després d’un naufragi en una barca sense rems ni veles. L’imaginari ens mostra abastament aquesta icona popular.

Gravat del segle SVIII que representa la llegenda de la primera fundación clarissa a Barcelona

Realment les úniques fundacions que podem relacionar amb Clara d’Assis són algunes d’Itàlia o les de Praga i Bruixes, la resta, com la nostra, formaria part del moviment dels seguidors i de les seguidores de l’espiritualitat franciscana que iniciarien els framenors arribats a la Península en la dècada de 1220.

Monestir de Santa Clara en Assís, edificat, sobre una església primitiva dedicada a St. Jordi (S. XI), poc després de la mort i canonització de Sta. Clara. (2006)

El primer document d’aquest convent barceloní és de 1236 i correspon a una butlla papal autoritzant la fundació d’un monestir de germanes pobres recluses de l’orde de Sant Damià (de Clara d’Assis), a dotzes dones encapçalades per Berenguera d’Antic i Guillerma de Polinyà, en un solar propi (d’elles).

En 1237 el bisbe Berenguer de Palou II (1212-1241) concedeix llicència a Maria Pisana (aquesta sí deuria venir de Pisa) i “les seves germanes” (les dotze anteriors) per a construir un monestir sota la regla i l’orde de St. Damià és a dir, vivint en clausura (una mesura que només s’aplica a les dones) i amb els vots d’obediència, castedat i posant els béns en comú, condicions a les que el bisbe afegeix que no poden celebrar bateigs, ni casaments, ni enterraments públics (només per a elles i els seus familiars), ni “parteries” (costum de presentar els nadons a les esglésies)[1], el que indica que aquestes celebracions es feien en grups on n’hi havia dones. El suggeriment que fa Núria Jornet[2] de que aquest grup formaria part d’un “beateri” previ amb una comunitat de dones no-reglada, es correspon plenament amb tot el que anem trobat a la nostra investigació.

St. Damià a Assis, on va viure Clara fins la seva mort. (2006)

El bisbe cedeix un terreny entre el mar, el Rec Comtal (on n’hi havia els molins comptals i reials) i el camí que va cap a Badalona, prop dels horts de Sta. Eulàlia del Camp (que havia passat a l’església canònica en 1155), amb el permís d’utilitzar l’aigua de rec i amb la capella-oratori de St. Antoni Abad (anacoreta dels primers temps), que ja n’hi havia i que ara es posarà sota l’advocació de St. Antoni de Pàdua (Lisboa, 1195-Pàdua, 1231), a canvi d’una lliura de cera anual.

Record del monestir de Sant Antoni i Santa Clara de Barcelona que n’hi havia a l’extrem sud-est de la ciutat, fins la destrucció de part de la ciutat per les tropes borbòniques i el posterior enderrocament per a fer la Ciutadella. Foto Ramon Solé

És a dir, la evolució, semblant a altres institucions de la època, seria la del pas d’un eremitori previ, on s’hauria aglutinat un grup de dones semi religiós, a una institució acceptada per l’església. Gregori IX, que va recolzar el moviment franciscà sent cardenal i va aprovar el “Privilegi de la Pobresa” que Clara d’Assis demanà,[3] procurarà ara que aquestes comunitats tinguin un patrimoni comú que permeti la seva pervivència. Les dones que, en temps anteriors i en aquests grups més lliures, formaven part de la predicació i de la celebració, seran sotmeses a l’obediència i tancades en clausura, sent substituïdes pels clergues beneficiaris dels altars que afegiran, als rèdits que abans tenien les dones que es feien càrrec d’esglésies, hospitals i/o llocs d’enterrament, els que ara els conferirà l’església.

El lloc era a la Vila nova del mar, a la porta de St. Daniel (el convent serà conegut també com de St. Daniel), fora de la muralla de Barcelona, talment com els dominics es situaren al portal del Mercadal o els framenors i la orde de la Mercè a l’altra banda de la ciutat, també prop del mar. A les viles noves, extra murs de la ciutat, s’aglutinen artesans i mercaders que, a redós d’aquests nous espais espirituals, mostren aviat la seva vitalitat.

Ubicació dels monestirs de la muralla barcelonina al segle XIX.

A aquestes concessions inicials, la corona afegirà unes altres, fent d’aquestes ordes, sota el papa més que sota els bisbes, un puntal per a la seva expansió territorial, administrativa  i jurisdiccional i un refugi per algunes de les seves dames. En 1240 es concedeix a Violant d’Hongria (1215-1251), reina d’Aragó degut a les seves núpcies amb Jaume I en 1235, entrar en el monestir tres cops a l’any, acompanyada de les seves filles i de dues donzelles “honestes”.[4]

Gegants de Barcelona que representen el casament a la ciutat entre Jaume I Violant d’Hongria. Foto: Ajuntament de Barcelona

En 1253 ´s’anuncia a “totes les germanes de l’orde de Sant Damià, esteses per tot el món” la mort de Clara d’Assis. Les clarisses d’aquests temps tenen una llegenda fundacional similar a la de Barcelona, i és que, endemés d’un símbol, són una mostra de la seva vinculació a la “mare genealògica”, Clara d’Assis i de les relacions de sororitat que s’estableixen entre elles.

Agnès de Peranda o de Porta fou, en realitat, una abadessa dels primers temps. En 1260 signa unes ordenacions respecte dels capellans i rectors beneficiats del monestir, deixant clar que aquests estan sotmesos a l’abadessa. L’autoritat de les abadesses serà sempre discutida pel clergat.

Santa Agnès de Praga, una de les primeres fundadores clarisses. Les primeres abadesses clarisses, no renunciaren a la seva autoritat, però com Clara exercí i demanaà, es confereix des de el servei amb atenció i delicadesa

Les comunitats religioses femenines que perduren és perquè compten amb beneficis reials. En 1261 el rei concedeix permís per a tenir un forn propi intramurs del monestir (els forns, com els molins hidràulics, eren monopolis reials). Aquests privilegis mitiguen la pobresa en la que aquest monestir vivia. Les prioritats seran diferents vistes des de les necessitats pròpies de vida o des del poder que les vol controlar: en 1284 el bisbe Arnau de Gurb cedeix les rendes de Joan Corretger per a pagar un capellà que les atengui.

Entre 1280 i 1295 s’amplien les muralles barcelonines entre el portal de Jonqueres i Sant Pere de les Puel·les (on n’hi havia d’altres monestirs femenins), però el mur est o de Marina no s’iniciarà fins el 1358. En 1362 les “sors menors” i l’església de Santa Clara són ja dins els murs de la ciutat. Cal dir que en aquest lloc n’hi havia també la capella i hospital de Santa Marta, molt antic (en unes excavacions es trobaren restes d’una necròpolis paleocristiana). Aquest hospital, conegut al segle XIV com de Pere Desvilar, conseller de la ciutat, o la “Pia almoina” de la ciutat serà un dels sis que passaran, en 1401, a conformar l’Hospital de la Santa Creu.[5] Tres segles després el tornaren a refer, sent conegut com “hospital de pelegrins de Santa Marta”.

El 1327, una catorzena de monges clarisses d’aquest primer monestir de l’orde de Sant Damià, funden el monestir de Pedralbes, on es seguirà una dinàmica molt diferent en ser beneficiades des del principi amb un seguit de concessions i privilegis reals. En canvi, les “damianites” (seguidores de la primera comunitat de Sant Damià a Assis) o sors menoretes, no ho tenen gens fàcil, malgrat que aquest mateix any el rei concedeix l’exclusivitat dels forns de la zona. En 1333 Alfons el Benigne mana al bisbe Ponç de Gualba i a qui correspongui que paguin a la abadessa de les sors menoretes una quantitat que encara no havien cobrat i que s’havia de fer efectiva “atesa la seva pobresa”.[6]

Bassa de rec del monestir de Pedralbes, una de les construccions més antigues (S. XIV), AGC, 2025

Potser degut a aquest estat de pobresa, en 1406, les germanes demanen a la Santa Seu canviar d’hàbit i de regla, però no ho aconseguiran fins el 1513 quan, adoptant la regla de Sant Benet, passaran a ser benedictines.

En 1453, Rafaela Pagés havia fundat un monestir de religioses terciàries franciscanes de retorn d’un pelegrinatge a Terra Santa i de Roma, on va obtenir del papa Nicolau V el permís. A Barcelona van aconseguir del bisbe i dels canonges de Sta. Anna la cessió de la casa d’en Porta (prop de l’Hospital de la Santa Creu), que havien deixat el 1423 les dominiques de Montsió. Van posar la casa sota l’advocació de Sta. Maria de Jerusalem en record del viatge de la fundadora. A finals del segle XV la comunitat empren les gestions necessàries per a entrar a l’orde Santa Clara. En 1494, amb la incorporació d’algunes clarisses del monestir de la Trinitat de València, la comunitat de Jerusalem va professar, prosperant ràpidament, tot i que els segles posteriors seran inestables, com seran per a la majoria de convents femenins.

Durant el Setge de Barcelona (1713-1714) el convent de Santa Clara, quedà molt malmès i les religioses, ja benedictines, foren temporalment acollides en cases de familiars i amics amb la intenció de tornar quan s’arrangessin els desperfectes. Les restes del seu campanar foren aprofitades per a construir l’anomenada Torre de Sant Joan, punt de vigilància i de presó fins a la destrucció i arrasament de bona part del barri de la Ribera per a construir-hi la Ciutadella de Barcelona. El rei Felip V donà llavors a les monges el Palau Reial Major (actualment Museu MarèsMuseu d’Història de Barcelona i Saló del Tinell), on visqueren entre 1725 i 1936. El 1952, amb la comunitat de Sant Benet de Mataró, funden el Monestir de Sant Benet de Montserrat, on viuen.

El carrer Baixada de Sta. Clara recorda el pas de les benetes al Palau Reial al segle XVIII, AGC, 2025

En la intervenció arqueològica duta a terme a l’exterior de la capella castrense del parc de la Ciutadella el 2011, han estat localitzades diverses estructures, entre d’altres, un possible pou pertanyent al convent de Santa Clara. Del convent de la Ribera, que incloïa una gran església gòtica, només es conserven algunes columnes i capitells del claustre al Museu Marés, i el retaule de Santa Clara a Sant Vicenç de Sarrià.

Capella castrense a la Ciutadella, on n’hi havia el monestir de St. Antoni i Sta. Clara: Foto: Ramon Solé a https://estimadaterra.wordpress.com/2018/02/07/la-parroquia-castrense-del-parc-de-la-ciutadella-de-barcelona/

Maria Àngels García-Carpintero Sánchez-Miguel, 23/05/2025

A les benetes de Montserrat, continuadores d’aquell primer convent de Santa Clara al barri de la Rivera de Barcelona.


[1] Brugés, Irene, Jornet, Núria et al. “Diplomatari de la col·lecció de pergamins del monestir de Santa Clara de Barcelona” (1039-1241). Fundació Noguera. Barcelona: 2019, n. 239

[2] Núria Jornet i Benito, 2005. “Sant Antoni i Santa Clara de Barcelona: origen d’un monestir i configuració d’un arxiu monàstic (1236-1327) Tesi UB dirigida per Blanca Garí.

[3] Clara d’Assis, el “Privilegi de la pobresa” com a forma de vida. https://historiasdebellvitge.com/2025/05/15/clara-dassis-el-privilegi-de-la-pobresa-com-a-forma-de-vida/

[4] Brugués, Irene, Jornet, Núria et al. “Diplomatari de la col·lecció de pergamins del monestir de Santa Clara de Barcelona” (1039-1241). Fundació Noguera. Barcelona: 2019, n. 300.

[5] Els hospitals de la Santa Creu de Barcelona: https://historiasdebellvitge.com/2021/05/20/els-hospitals-de-lhospital-de-la-santa-creu-de-barcelona/

[6] Josefina Mutgé (2008) “El monestir benedictí de Sant Pau del Camp de Barcelona a traves de la documentació de la cancelleria reial de l’Arxiu de la Corona d’Aragó” (1287-1510), n. 46

Clara d’Assis, el “Privilegi de la Pobresa” com a forma de vida

La Porciúncula a Sta. Maria dels Àngels d’Assis. 2006.

Si Giovanni de Pietro Bernardone (Francesc d’Assis) neix entre 1181 o 1182 com a fill d’un ric comerciant, Clara de Scifi (Clara d’Assis) ho farà poc després (1194) en una família (paterna i materna) de la noblesa feudal d’Assis.

Ell disposava de llibres i d’una bona educació, dominava el francès (li deien el “franceset”), sent una mena de trobador del seu temps, també el llatí i les arts militars, tot un cavaller. Ella tenia l’educació que li venia del seu llinatge, amarada amb una devoció que li va transmetre la seva mare, Hortolana, peregrina de diferents enclavaments religiosos, com Roma o Jerusalem.

Castell de la Roca d’Assís, del segle XII. 2006.

Uns orígens diferents, però propers, no només pel lloc de naixement, també perquè som a una època en la que el món feudal, vinculat a la terra, es veurà obligat a entendre’s amb el de les urbs, amb els artesans i mercaders i amb les noves formes de gestió política i social.

Un enteniment fràgil que s’anirà donant en petites dosis i amb molts conflictes. Quan Assis s’independitzà de l’imperi germànic, la família d’Hortolana s’exilià a la ciutat veïna de Perusa (Perúgia). Aviat aquestes dues ciutats veïnes entraran en guerra, no retornant la família a Assis fins el 1203. Poc després de que Francesc, que va lluitar al bàndol papal, tornés decebut i decidit a iniciar una nova vida reparant ermites, la primera d’elles, St. Damià, on viurà Clara, atenent malalts i convivint amb els camperols.

Sant Francesc tornant de la guerra. Assís. Foto: vikipedia.

Ell va pel món com un pobre itinerant, tal com feien altres moviments cristians considerats herètics per una Església immersa en els afers polítics i econòmics del seu temps i per un patriarcat que no tolera que les dones prenguin part en la predicació i la celebració, com acostumava a passar en aquests grups. Els “pobres de Lió” i els albigenses o “càtars”, a  Occitània o els del “Lliure esperit”, a Milà, molt populars entre la gent, predicaven i vivien una pobresa escollida, resultat de posar en comú els propis béns. Paradoxalment, la pobresa, una característica evangèlica, serà sempre posada sota sospita.

Els grups iniciats per Francesc i Clara no són molt diferents d’aquells altres perseguits, només una dèbil línia els separa, l’obediència. Ell rep un permís papal donat de paraula i ella el sentirà predicar a la Basílica de Sant Rufí d’Assis en 1211 (dos cosins seus, ja eren framenors), tots dos tindran converses d’amagat de la seva família. Poc després (1212), Clara fuig de casa per anar a la Porciúncula (petita església, prop de Santa Maria dels Àngels d’Assis, donada a Francesc per un monestir benedictí), on la reben Francesc i els seus companys. Francesc la exhorta a l’Amor i a la pobresa.[1]   

La Seo de St. Rufí a Assis. 2006.

Ella fa allí els seus vots, però, tement la reacció dels familiars, i amb l’ajut del bisbe, es portada al monestir benedictí de St. Pau de les abadesses de Bastia, una bonica ciutat, entre Assis i Perúgia, on s’arriben els seus familiars negant-se a donar-li la dot que li corresponia, ja que ella es nega a casar-se amb el noble amb qui l’havien compromès. Aviat surt d’allí (potser per no tenir dot) entrant en un altre tipus de vida al beateri de l’església de St. Àngel de Panzo, a Bastia, on se li ajuntaran les seves dues germanes menors, Inés i Beatriu.

Sta. Maria la Major d’Assis (segle XII). 2006.

Els beateris eren unes noves formes de vida religiosa, no compromesa pels vots. En aquesta època les comunitats femenines i mixtes florien, el que provoca la por d’una església  i d’una societat que vol tenir sota control el cos de la dona. El mateix Cister ja nasqué amb una forta misogínia, no volent assumir les branques femenines que proliferaven. Tot i que es van obrir diverses comunitats, la majoria desapareixeran aviat, davant la imposició del claustre i de les dificultats de sobreviure que això comportava.[2]

Primer volum de «les fonts franciscanes». Dibuix de la portada de Montserrat Gudiol

Les beguines naixeren a Brabant i a Flandes (Bèlgica) estenent-se ràpidament per altres llocs propers, sent conegudes amb altres noms, com les “Umiliate” de la Lombardia, una corrent on les dones eren al capdavant. La seva fundadora (Guillema de Bohèmia, 1210-1281), filla de la reina Constança d’Hungria, havia estat acollida i molt ben considerada per l’abadia de Chiaravall del Cister a Milà, rebent molta devoció popular. Però el 1300 serà profanat i cremat el seu cadàver amb els cossos vius del teòleg Andrea Saramita, de la que dona que continuava al capdavant, Maifreda de Pirovano i d’una altra seguidora, sor Giacoma de Biassona, condemnats tots per la Inquisició com a heretges, igual que passarà a París en 1310 amb Margarite Porete i el llibre espiritual que va escriure i que havia tingut molt ressò: “el mirall de les ànimes benaurades”[3].

Clara, que va morir el1253, no va viure aquests dolorosos processos, però sí va conèixer la prohibició papal, en 1215, de noves fundacions d’ordes femenines i les limitacions a les permeses, no sabem ben bé com li devia afectar aquestes tensions i les que n’hi havia al mateix grup de seguidors de Francesc, però segur que ho farien.

Clara es dona i dona a les seves germanes un estil de vida propi, abraçant la “germana pobresa”, com a part de l’estima que es devien inspirar amb Francesc. Amb les seves dues germanes i altres dones inicia una comunitat a la petita ermita i casa annexa de Sant Damià on viurà fins la seva mort.

Claustre de St. Damià, Assis. 2006.

En 1215 Clara redacta la primera regla donada i escrita per una dona, diferent a totes les altres, ja que Clara parla amb el cor, insistint en tot el que es refereix a la pobresa, tant la material com la espiritual, en el sentit de posar l’estima per davant de tot. Tenim pocs escrits de Clara: la regla, algunes cartes i el seu testament espiritual. Texts senzills i propis de la seva època d’una bellesa que commou, sostinguts amb una fermesa que il·lumina.[4] De les cartes que es conserven, algunes són adreçades a Inés de Bohèmia (1211-1282), germana de la Guillerma condemnada i fundadora d’un Hospital i convent de Sant Francesc on s’afegirà la comunitat clarissa de la que en serà abadessa. Vides apassionants en temps convulsos on algunes dones encara podien decidir.

Inés de Bohèmia atenent malalts. No es troben fàcilment representacions de dones als hospitals, tot i que elles en tenien cura.

En 1216, un temps en el que Francesc està viatjant per l’Orient demanant la Pau a les hosts de les croades i al mateix sultà d’Egipte, el papa concedeix a Clara el “privilegi a la Pobresa” en el que ella havia insistit. És a dir, que ningú pugui canviar la seva decisió de no tenir, ni particular, ni comunitàriament, més béns que els estrictament necessaris per a la vida. En 1256, al poc de morir, junt al seu procés de canonització, es tornarà a ratificar aquest “privilegi”, manant que si alguna dona no pot seguir el que comporta, sigui traslladada a un altre lloc i que si algú -eclesiàstic o laic- vol pertorbar o contravenir aquesta ordre sigui amonestat i apartat del seu càrrec fins que ho repari.

En 1221 quan retorna, Sant Francesc es veu obligat a readaptar la primera regla que expressava més aviat un desig de viure d’una determinada manera, entre un grup d’amics i afins, que un conjunt de normes, que ara són necessàries, donant el creixement de la comunitat i les diferències que es donen. És llavors quan es fixa la separació en funció del sexe: Primera Orde, franciscans o framenors, Segona Orde, clarisses o “menoretes de St. Francesc”, tot i que s’obrirà una tercera via pel seguiment dels laics que també portarà conflictes. En un clima religiosament violent, aquestes normes permeten sobreviure. Francesc morirà pocs anys després (1226), deixant com a testament espiritual els seus càntics, el de les criatures o el del germà Sol (amb l’afegit d’un vers a la germana mort). Clara el sobreviu quasi trenta anys vivint i estimant en pobresa amb tendresa i fermesa a parts iguals.

Basílica de St. Francesc a Assis. 2006.

No entrarem en el seguiment posterior dels convents, tan diferent i complex, ni en els conflictes que es donaren en la interpretació i aplicació d’aquest privilegi-norma de Clara, només volem ressaltar alguns aspectes concrets dels seus escrits que són llum pel nostre món, tan envoltat de tenebres com aquell.

Si la primera norma de la regla és la obediència als pares franciscans i a les abadesses (sense la que no haurien sobreviscut), la segona és la que les caracteritza: per entrar a la orde cal vendre totes les seves coses repartint-les entre els pobres. Clara, exemple i mirall, es negarà a vendre als seus familiars les terres que rebrà per herència i les repartirà entre els serfs que les treballaven.[5] Si la reforma benedictina del Cister es fonamenta en el treball manual i la gestió de les terres, Clara  promou la renúncia a l’acumulació, especificant que totes -abadesses i germanes- s’han de guardar de preocupar-se per aquestes coses, només per a encomanar la distribució entre els pobres.

Clara, que coneix i sent les misèries del seu temps reparteix les terres que rep en herència entre els que les treballen. Un aspecte poc destacat de la seva vida.

La virginitat no és un requisit previ per formar part, Clara entén que poden entrar dones vídues o aquelles que tenen marit que s’han fet frares. És així com rebrà a la seva mare, l’Hortelana. La dona peregrina que es prepara per l’últim viatge al costat de les seves filles.

El treball, que ha de ser honest i útil, no ha d’estar al servei de l’acumulació. Si bé és cert que la ociositat és enemiga de l’ànima, els treballs no han d’apagar l’esperit (malauradament tenim moltes imatges d’aquest efecte del treball des-humanitzat), s’ha de distribuir en funció de les necessitats (Regla, VII).

Si bé les germanes joves i fortes han de mantenir el dejú propi de Quaresma durant tot l’any -excepte el dia de Nadal-, abstenint-se, per tant, de menjar carn, Clara es mostra dolça i atenta amb les malaltes a les que dispensa de tots els excessos que imposa la regla, com el silenci, manant que s’actuï amb elles amb afecte i de nou recorda a les que surten a demanar almoina i en totes altres ocasions, la obligació de no apropiar-se de res (Regla, VIII).

Especieria a l’antic convent de Pedralbes. AGC, 2025

Clara demana la obediència a les germanes, a totes, la primera, l’abadessa que ha de parar atenció i donar confiança a les germanes aspirant a que la tractin amb familiaritat, com les senyores fan amb l’esclava. Però l’obediència té un límit i està en la pròpia ànima i en la nostra manera de viure conforme a les nostres eleccions. Fins el Vaticà II no es reconeix plenament el deure de seguir la pròpia consciència, però moltes abadesses, Clara entre elles, ja ho havia fet. Les abadesses deuen abstenir-se de mostrar-se airades o torbades davant de conductes que necessitin amonestació. La misericòrdia i l’amor mutu sempre han d’anar per davant (Regla, X).

Bassa al claustre de Pedralbes. L’aigua sempre present per la seva necessitat vital, és també un símbol de l’autoconeixement necessari per a prendre bones decissions. AGC, 2025

A cadascú segons la seva necessitat i de cadascú segons les seves possibilitats”, aquesta dita comunista, ja l’havia fet seva Clara d’Assis al segle XIII, però les formes també són importants. Al seu Testament Espiritual, un escrit que redacta d’una manera més lliure que la Regla, ho indica: tot es farà “per amor del nen que va néixer pobre a un pessebre, va viure sense res i va anar despullat al patíbul”. Es considera a St. Francesc l’iniciador de les representacions dels Pessebres, potser ell ho va fer públic, però cal reconèixer l’amor de Sta. Clara per la tendresa i reconèixer que ella també era, com ell, filla trobadora del seu temps.

Clara, seguint la tradició d’altres dones escriptores, com la comtessa Duoda, coneix i interpreta les Escriptures, mostrant la ferma autoritat que dona el coneixement i que el papa del seu temps va haver d’acceptar. La “planteta” de St. Francesc, com ella s’anomena, podria ser mare de la ecologia, com St. Francesc és el pare. Tots els éssers vius, per descomptat, però també la terra, assenyala Clara, ha de ser amorosament respectada, deixant a l’hort, franges de terra sense conrear, per tal de permetre que neixin herbes i flors silvestres o no treballant més terres que les necessàries per viure.

Hort petit del monestir de Pedralbes, AGC, 2025

Maria Àngels García-Carpintero Sánchez-Miguel, 15-maig-2025

Les fotos del 2006 són dels amics amb els que van viatjar a Roma i Assis, ja que la nostra càmera va passar a unes altres mans, no per pròpia iniciativa.

A Clara i a qui, com ella, fa de l’austeritat i l’equilibri ecològic una forma de vida.


[1] Tomas de Celano (segle XIII) “Francesc i Clara d’Assis”, traducció al català en 1991: https://montserratgudiol.com/pdf/fonts_franciscanes_tomo1_llfrancesciclaraassis_sanfrancescassis.pdf

[2] Valldaura del Berguedà i de Manresa:. https://terraendins.blog/2025/05/06/santa-maria-de-valldaura-de-olvan-i-de-manresa/

[3] En castellà “simples”, la traducció a “benaurades” és pròpia.

[4] “Los escritos de Santa Clara de Asís”: https://www.franciscanos.org/esscl/escritossc.html

[5] Triviño, Mª Victoria. Francisco de Asís y Clara. Madrid, PPC: 2009, p. 59

Eros i Psique, un mite sobre l’amor.

El rapto de Psique, 1895, W. A. Bouguereau

Psique era una noieta, la més petita de tres germanes, i era tan bella que la deessa Venus (Afrodita pels grecs) va engelosir i va encarregar al seu fill, Cupido (Eros), que la fes enamorar de la bèstia més vil de la terra.

Eros hauria obeït de seguida si no fos perquè la mare li va mostrar qui era la humana en qüestió i el déu de l’amor va quedar ben enamorat d’ella.

La noieta era molt bella però no gaire feliç, admirada per tots, estimada per ningú. Les seves germanes aviat van trobar bons marits ben plantats i amb els mitjans necessaris per a gaudir d’una bona vida. Psique s’alegrava per elles però se sentia insegura amb si mateixa, perquè no despertava l’amor en ningú?

El pare de Psique va anar al temple d’Apol·lo a demanar un espòs per la seva filla i un oracle li va informar del destí terrible que l’esperava. La noia, en assabentar-se, va entrar en un període de foscor, però va decidir enfrontar-se a l’abisme del temor i les germanes la van acompanyar a la muntanya on havia d’esperar la bèstia alada que l’havia de desposar.

El vent de l’oest, Zefiro, la vingué a buscar i la dugué a una mansió exquisida on la noia va començar a gaudir d’alguns plaers. El seu amant, que només apareixia a les nits, la tractava molt bé, però no es deixava veure i li va prohibir d’encendre cap llàntia. Tampoc volia que es trobés amb ningú, però ella insistí en veure les seves germanes i Cupido va cedir, doncs ell, i no la bèstia alada, era el seu amant.

Les germanes van passar un dia a la mansió i van poder comprovar les enormes riqueses de Psique que vivia ben bé com una deessa. La petita, alegre i confiadament les va compartir, però les enveges enverinen la sang i les germanes, mogudes per aquestes passions de mort, van posar a Psique en contra del seu misteriós amant, fent-li veure que deuria ser aquella bèstia immunda de la profecia i que havia s’acabar amb ell abans no fos tard.

Psique, insegura com era, va agafar el ganivet que les germanes li donaren i el va alçar de nit contra el seu amant, però també va agafar una llàntia, oblidant la promesa, així va veure la bellesa del que tant la estimava. Va quedar tant sorpresa que va restar una estona embadalida fins que l’oli ardent va caure sobre Cupido que va despertar i va entendre de seguida el que havia passat. Dient-li que era el mateix Amor i que aquest no pot viure sense confiança, va marxar a recuperar-se de les ferides a casa de la seva mare.

Venus entrà en còlera i, deixant el seu fill malalt, va sortir a buscar a Psique, mentre que aquesta, desesperada pel que havia fet, buscant el seu Amor per demanar-li perdó, es disposa a anar la casa materna per servir a Venus, amb la esperança de que allí trobés aquell que volia estimar sense cap reserva.

Ambdues es van trobar. Venus rigué d’ella quan la va veure amb l’aspecte tant descurat, però, per a divertir-se una mica més, li proposà reptes impossibles d’aconseguir per una mortal. Psique no es donava per vençuda i ho intentava i a cada intent trobava algú que, veient la determinació d’aquella noia enamorada, l’ajudava. Les formigues la van ajudar a separar diferents llavors al temple de Demèter o el rosal a agafar els fils de llana daurats que quedaven a les seves espines, tal com el riu la informà, en realitat tot provenia de la força de l’Amor que, ferit, seguia estimant-la.

El rapte de Proserpina (Perséfone o Core pels grecs), filla de la deesa Demèter o Ceres. Foto: AGC

L’última prova consistia en baixar als inferns a demanar a Proserpina (filla de Demèter que també va ser raptada ) una mica de la seva bellesa, doncs la de Venus anava decaient amb la ràbia que sentia per aquella humana. Psique ho va aconseguir amb l’ajut de Caronte, però preocupada com estava per la seva pròpia, que també minvava degut a les dures feines i el patiment, no va resistir la temptació d’obrir la capseta que li havien donat.

Psique obrint la capseta d’or. 1903, J. W. Waterhouse

La capseta era buida i la pobre Psique va caure en un decaïment mortal.

Eros, recuperat ja de les ferides va comprovar que seguia estimant aquella noieta a qui, ara ho reconeixia, havia fet patir. Preocupat pel que li estaria fent la mare va sortir a l’encontre de la seva amada. Va arrancar el son dels ulls de Psique i el va ficar a la capseta i punxant una mica amb la seva fletxa l’estimada, la va despertar. Eros va dir a Psique que li portés a Venus.

Eros va anar a veure al pare dels déus i dels homes, Júpiter (Zeus pels grecs), que va acceptar el que li demanà Eros i va anunciar que Eros i Psique estaven casats. Mercuri, pare de Cupido, va dur a Psique davant de Júpiter que li va a donar a beure l’ambrosia de la immortalitat.

Venus va entendre que no podia seguir enfadada amb la que ja era la seva jove i seria aviat la mare dels seus néts i va decidir que es dedicaria a aquests i que ja no es ficaria amb els mortals.

El mite és una al·legoria de l’Amor i l’ànima que es busquen mútuament, sent finalment l’Amor qui acaba trobant a l’ànima, perquè l’Amor, com deia Sant Joan de la Creu «ni cansa, ni es cansa, ni descansa».

El amor de Psique o «El beso», 1793, A. Canova.

Per cert la filla de Eros i Psique es va dir Plaer (Hedoné en grec, Voluptas en llatí), un plaer que és la conseqüència de l’amor que ha superat les proves.

  • Història escrita al segle II a. C. per Apuleyo en la novel·la La metamorfosis o “El asno de oro”, traducció d’una obra grega que s’ha perdut i reinterpretada segons el propi pensament i les experiències.

Maria Àngels García-Carpintero Sánchez-Miguel, l’Hospitalet, 22-4-2021

A qui no renuncia a seguir estimant.